Autoestima y estado de ánimo (2)

Comentaba en el post anterior la relación entre estado de ánimo y autoestima. Y comentaba también que la autoestima se puede equilibrar o fortalecer a través de la realización de pequeños proyectos personales. Pero, ¿qué proyectos tengo que emprender para aumentar mi autoestima? esta es la cuestión, no vale cualquier proyecto. En este caso son válidos los proyectos que tienen que ver con lo que más me gusta hacer, con lo que más me gusta en general….y claro, que sean posibles (económicamente, recursos disponibles, tiempo de dedicación, etc). Y ¿cómo puedo saber lo que me gusta realmente, si hace años me he metido en múltiples responsabilidades, y he abandonado todo aquello que me hacía feliz?.

Pues tú lo has dicho, trasladándote al pasado, y rebuscando qué es lo que te gustaba y que has dejado de hacer: música (escuchar, rebuscar grupos, tocar un instrumento…), arte (visitar galerías, aumentar tu conocimiento sobre el mismo, participar en grupos, creación artística), deporte (iniciar un nuevo deporte, practicar yoga, grupo de senderismo o montañismo), y así, una infinidad de materias (aprender idiomas, viajar dentro de lo posible, aprender mecánica, carpintería, iniciar estudios de grado, clases de baile, crear un grupo de rock…….). Pero tiene que ser algo que realmente conecte contigo, no vale lo que hace el vecino, vale lo que tú decidas.

Pero, hay otra cuestión importante, tampoco vale que esta actividad se convierta en un mero entretenimiento. Los entretenimientos están muy bien, y son válidos para otros objetivos, pero, para aumentar la autoestima, y el estado de ánimo, la actividad en cuestión tiene que suponer una entrega, una dedicación, cierto esfuerzo, una constancia, un placer, un “se me pasa el tiempo volando”, un “quiero que sean ya las cinco para ponerme a ello”. Aunque parezca mentira, en estas actividades es donde se puede desarrollar la autoestima, el autoconcepto y buena parte de la realización personal.

Es en estas actividades donde se entra en estado de fluidez, que, a la larga reporta la emoción positiva de satisfacción, que, según Martin Seligman (psicología positiva) nos acerca a la sensación subjetiva de bienestar (o felicidad, concepto que no usa por las múltiples asociaciones que conlleva).

Autoestima y estado de ánimo (1)

Nuestro estado de ánimo tiene mucho que ver con nuestra autoestima. La autoestima no siempre la tenemos igual. A la vez que ahora nos miramos la temperatura corporal continuamente, también sería bueno mirar (con un termómetro especial) nuestra autoestima. Para ello es necesario que estemos más pendientes  de cómo nos sentimos a nivel interior, ya que, generalmente sólo prestamos atención a nuestro cuerpo físico. Si nos duele la espalda o la cabeza solemos tomar una medicación o poner algún remedio, como descansar. Pero la mayoría de las veces no tenemos ni idea de cómo está nuestra autoestima. Así que, si tenemos el ánimo un poco decaído (no estoy hablando de una depresión diagnosticada), sería bueno que nos pusiéramos manos a la obra (nunca mejor dicho) para equilibrar la autoestima.

La autoestima consta de dos partes, el autoconcepto (que a su vez está compuesto de  A= la percepción que tenemos de nosotros mismos como un ser social capaz de relacionarse con los demás, y  B=como un ser hábil para realizar múltiples tareas, unas con más habilidad que otras), y la autoaceptación (sería la percepción que tenemos de nosotros mismos como un ser digno de ser querido, empezando por el amor incondicional hacia uno mismo). La autoaceptación tiene que ver con el afecto y trato recibido ( y percibido) en la infancia (padres, familia, colegio, amigos, etc); y el autoconcepto tiene que ver con la percepción actual de mis habilidades sociales (cómo me relaciono) y destrezas intelectuales, físicas o artísticas (mis competencias personales : fortalezas y limitaciones). Todo ello conforma nuestra autoestima en un momento determinado (porque no siempre está igual).

Entonces, si en un momento dado nuestro “termómetro de estado de ánimo” nos da un nivel bajo, hay que ir directamente al “termómetro de la autoestima” e indagar cómo está (revisando cómo me percibo a nivel de autoconcepto y de autoaceptación). Generalmente el nivel de autoaceptación suele variar poco. Donde sí podemos hacer algo (“nos ponemos manos a la obra”) es en elevar nuestro autoconcepto. Ahí es donde enlazamos con el descubrimiento o re-descubrimiento de nuestras propias fortalezas, su puesta en práctica a partir de pequeños proyectos personales, el auto-refuerzo positivo (diálogo interno positivo), el disfrute y la constancia