Hemos visto hasta ahora cómo está relacionada la autoestima con el estado de ánimo. Y hemos visto también que la práctica de actividades que nos proporcionan emociones positivas de fluidez, elevan la autoestima y elevan el ánimo. Pero, esta relación se puede completar todavía más de una forma placentera: realizando actividades que impliquen la relación con los demás.
Somos seres sociales por naturaleza, a no ser que se viva a modo de asceta (que siempre es una posibilidad), nos relacionamos con los demás sí o sí, día sí y día también. Los demás son todas las personas con las que tenemos algún tipo de relación (desde la más íntima y confidencial hasta la más esporádica y superficial), pero todo cuenta para la autoestima.
Una parte de la autoestima, es el autoconcepto en cuanto seres sociales que somos (cómo nos vemos en la relación con los demás, cómo nos vemos cuando interactuamos con los demás). Y por otra parte, la relación con los demás nos puede proporcionar refuerzos positivos, que actuando en forma de «premio social» (p. ej. unas palabras agradables, o un simple «gracias»), hacen que aumenten las probabilidades de seguir manteniendo estas relaciones, con lo cual se entra en la «espiral positiva» de reforzar nuestro autoconcepto social y a la vez se eleva el ánimo a partir de los refuerzos positivos.
Soy consciente que muchos pensaréis que no siempre se reciben palabras agradables por parte «de los demás», en ese caso hay que activar el diálogo interno de auto-cuidado («será que tiene un mal día», «no es algo personal», etc.). Y además reflexionar sobre las veces en las que nosotros decimos a los demás algo agradable.